Milf encantada de tener sexo con los repartidores jóvenes que llegan a su casa

Es muy duro ser una mujer que realmente disfruta del sexo. Hay muchos nombres (no demasiado bonitos) por los que se nos llama a mujeres como yo. Me gustan los hombres jóvenes y a menudo me llaman Milf. Como a mi me gusta que me llamen así, siempre me río cuando me lo dicen.

Las mujeres maduras nos hemos vuelto creativas en la forma de encontrar hombres para follar. A menudo estoy en casa pensando en formas de conocer hombres. Mi marido viaja con bastante frecuencia y pasa poco tiempo en casa. Yo suelo estar cachonda y necesito saciar mi deseo y mis necesidades de sexo con hombres más jóvenes que yo.

Hace poco se me ocurrió una idea estupenda. Me vestí con mi conjunto de lencería más provocativo, el cual consiste en un sujetador rojo de encaje, un tanga rojo con un lazo, un liguero rojo y medias. Lo combino con unos zapatos de tacón rojos. Tengo el pelo largo y castaño, así que lo recojo en un moño precioso y me maquillo. Sé que estoy despampanante con ese outfit.

También me aseguro de que me pongo el pintalabios más rojo que tenga y entonces llamo por teléfono para pedir flores y pizza. Recuerda que soy una “madre que me follaría” en busca de hombres jóvenes para follarme.

Y ésta es la historia de lo que pasó uno de esos días.

Mi marido había salido temprano un lunes por la mañana para coger su vuelo Estaría fuera durante el resto de la semana. Yo estaba cachondísima y me metí el dedo en las bragas para tocarme el coño. A menudo tengo ganas de sexo al levantarme, pero mi marido ya no estaba en casa cuando me desperté. Estuve toqueteándome y dándome placer, con los dedos recorriendo mi vulva y estimulando mi clítoris rapado. Estuve follándome primero con un dedo y después introduje más dedos en mi vagina lubricada.

Me quité las bragas, separé las piernas y cogí mi vibrador. Lo froté por todo mi clítoris y lo puse a funcionar a máxima velocidad. Dios, ¡qué gustazo! Lo metí dentro de mi coño mientras seguía trabajando el clítoris con los dedos. No puedo explicar el placer que sentía. Al llegar al orgasmo, todos mis fluidos vaginales fueron saliendo de mi coño.

Entonces me limpié y me di una ducha. Mientras pensaba en cuál iba a ser mi plan ese día. enseguida se me ocurrió que mi entretenimiento para ese día sería pedir unas bonitas flores para alegrarme la vista.

Fui al ordenador y pedí un ramo de girasoles. Pensé que quedarían estupendas sobre la mesa del comedor. Me aseguré de pedirlas con envío prioritario, lo que significaba que llegarían en menos de 2 horas.

Me puse mi conjunto de lencería rojo, me recogí el pelo, me maquillé. Sobre la ropa interir me puse una bata de seda, y até la cintura, pero dejando suelta la parte superior para asegurarme de que se veía mi sujetador.

Bajé a la planta de abajo y encendí la televisión. Sé que se supone que als amas de casa vemos programas matinales aburridos, pero yo soy una mujer muy sexual y lo que veo es porno. Así que me puse a ver cómo un hombre que estaba buenísimo se follaba a una mujer muy atractiva. Mi excitación fue creciendo mientras observaba la escena y fui notando cómo mi coño iba humedeciendo mi tanga rojo. Por suerte, oí cómo un camión paraba delante de casa y poco después alguien llamó al timbre.

Fui hacia la entrada y me aseguré de que se me viera bien el sujetador y con las tetas asomando insinuantemente. Abrí la puerta y dije:

“Buenos días guapo. ¿QUé es lo que tienes ahí?

“Un reparto para la señora Díaz”

“Soy yo. Entra por favor”.

El repartidor era un chico joven. Diría que tenía unos 19 años, con pelo rubio y ojos marrones. Era delgado y parecía muy joven. A mi, al gustarme casi todos los hombres jóvenes, me pareció buena opción.

“Estas flores son muy hermosas. Deja que las coja y las ponga sobre la mesa del comedor. Voy a coger mi monedero y te doy una propina”.

Fui a la cocina y saqué del monedero un billete de 20€. Entonces me abrí la bata de seda para dejar ver toda mi lencería y volví al recibidor.

“Me gustaría darte una propina mejor. El dinero es dinero, pero me parece que tú podrías disfrutar también de una mujer cachonda como yo. ¿Te gustaría si te chupara la polla un rato?”

“Señora, ¿está usted de broma? ¿Quiere comerme la polla? Adelante mujer”

Me acerqué al joven y le ayudé a quitarse la camiseta. Entonces le desabroché lospantalones y se los bajé. Le quité las zapatillas y deslicé sus calzoncillos también hacia abajo para quitárle toda la ropa. La verdad es que tenía un buen pene..

Le agarré los testículos suavemente y comencé a chupar su polla.

“La chupas como una puta. es mi día de suerte”.

Jugué con su polla flácida y poco después ya la tenía muy dura. Lentamente me la fui llevando hacia la garganta. Seguí chupando y lamiendo aquel miembro, disfrutando del juguete que había conseguido para pasar la mañana.

El chico se corrió dentor d emi boca, y yo me lo tragué todo.

“Tengo que irme ya. Muchas gracias por la mamada. Eres una mujer muy guapa”.

Entonces se apresuró a vestirse y salir para seguir con el reparto. Pero a mi me había sabido a poco. Un ama de casa con ganas de sexo no se conforma con sólo eso, tenía que pensar en algo más para satisfacer a esta milf.

Ya era casi la hora de comer, así que s eme ocurrió pedir una pizza. esta vez haría como que no tenía nada de efectivo. Necesitaba que me follasen y pensé que el sexo podría servir como pago.

Llamé y pedía una pizza hawaiana. La pizzería dijo que tardarían unos 30 minutos, así que tenía tiempo para sentarme en el sofá y relajarme. Me puse de nuevo la peli porno y antes de darme cuenta de la hora que era, oí cómo llamaban al timbre de nuevo.

Por supuesto, me coloqué estratégicamente la bata y las tetas antes de abrir la puerta.

“Una pizza mediana para Sandra”.

“Soy yo. Pasa por favor. ¿Cuánto te debo?”

“Son 15 euros”. Respondió mientras sonreía.

El joven que traía la pizza era realmente atractivo. Era alto, tenía una espalda fuerte y brazos de deportista. Era moreno, con ojos verdes. Calculé que tendríaunos 20 años.

 Fui a la cocina a por el monedero y cuando volví le expliqué el problema:

“Has dicho 15 euros… vaya, parece que no tengo suficiente dinero. Pensaba que tardarías más en traerla y me iba a acercar al cajero”.

“Señora, me debe 15 euros y algo de propina también”.

“Como he dicho, no tengo suficiente. ¿Qué te parece si te hago una mamada y quedamos en paz? ¿Qué opinas?”

“¿Ha dicho que quiere chuparme la polla y follarme? ¿He oído bien?”

“Creo que podrías disfrutar lo que tengo para ofrecerte. Deja que te quite la ropa”.

“Creo que es una buena solución, señora. Está usted muy buena. Es usted una milf en toda regla. Por suerte, tengo una polla grande que la va a hacer disfrutar. Ponte de rodillas y chupa, zorra”.

Me encantó ver cómo este jovencito sabía lo que quería y no se amedrentaba. Mi coño se iba poniendo húmedo y notaba la humedad en mi ropa interior según iba dándome órdenes. Me quité la bata y me arrodillé. Desabroché sus pantalones y se los bajé. no llevaba ropa interior. Le saqué las zapatillas y le quité los pantalones.

Ya se le iba endureciendo la polla, y se la meneé un par de minutos para terminar de ponérsela dura. Es verdad que la tenía muy larga. Yo me estaba excitando mucho para poder jugar con aquella gran polla esa tarde.

El joven estaba de pie y yo de rodillas. Le besé la polla y comencé a lamerla, desde la base hacia la cabeza. Cuando llegué a la glande, pasé mi lengua por el orificio y le succioné suavemente la punta. después le besé y volví a lamer toda la longitud de su polla hasta abajo. Mientras le tocaba los testículos suavemente.

 “Lo haces como una puta, se nota que tienes experiencia”.

Entonces cerré mis labios alrededor de su gran polla y me la metí tand entro como pude. No la tenía muy gorda, pero sí muy larga. Chupé, succioné y lamí aquel enorme pene mientras frotaba y masajeaba sus bolas.

“Ya está mujer. Quiero comerte el coño. llévame al dormitorio, puta”.

Llevé a aquel hombre a mi dormitorio. Estaba tan jodidamente cachonda que sí necesitaba que me comiera el coño para aliviar mi excitación. Me tumbé en la cama, me abrí de piernas y él se acercó a oler mi tanga, empapado de anticipación. Me lo bajó y se puso a ello. Me lamió y chupó mi coñito depilado. Su larga lengua recorrió mi vulva y mi excitado clítoris. Se aseguró de ir haciendo pequeños círculos. entonces apartó mis labios  e introdujo su lengua en mi vagina. Realmente era muy bueno comiendo coño.

Y yo no podía evitarcontonearme para frotar mi coño contra su cara. Podía sentir cómo mis fluidos vaginales iban fluyendo y escapando de mi coño, y cómo él los saboreaba. De verdad era muy bueno comiendo coños. Yo gemía de placer.

“Oh, joder, me voy a correr. Aquí viene”.

 Me corrí en su lengua. Él lamió y disfrutó la corrida de mi coño.

“Tu vagina sabe a gloria. Tu coño no para de gotear. Eres muy puta. Dime lo zorra que eres”.

“Soy una zorra y una guarra. Me gusta follarme a repartidores de pizza”.

Me encantaba seguir sus instrucciones. me ponía muy cachonda. Éntonces me puse a cuatro patas, él se colocó detrás de mi, me cogió de las caderas y me metió su gran polla en el coño. Fue entrando muy despacio y me comenzó a follarme suave. Yo podía sentir aquella polla tan larga dentro de mi coño húmedo, de milf puta.

“Eras una auténtica guarra, puta. ¿Te gusta que el repartidor de pizza te folle el coño?”

“Soy una verdadera zorra y disfruto de follarme a hombres jóvenes”.

“¿Haces esto a menudo? Apuesto a que llamas a todos los sitios con reparto a domicilio para follarte a todos los jovenzuelos que puedas. ¿También te van las mujeres, puta?”

“También me follaría a mujeres, pero hasta ahora sólo han llamado hombres a mi puerta”.

“Eres una gran zorra. Tienes el coño todo mojado. Dime cómo de guarra eres”.

Soy una puta zorra ninfómana que quiere follarse a todos los repartidores”.

Hugo estaba follándome cada vez más fuerte. Podía sentir sus testículos golpeándome. Me follaba cada vez más profundo. Estaba muy satisfecha con este repartidor. Definitivamente era el mejor de la ciudad. A partir de ese día siempre pediría las pizzas en esa pizzería.

“Quiero follarte más zorra. Eres tan puta que voy a cobrarme todo lo que me debes”.

“De todos los repartidores eres sin duda el mejor. Seguiré pidiendo en tu pizzería. Te daré buenas propinas”, dije, casi sin aliento.

“Mujer, no tienes que pedir pizza. Estaré encantado de venir a follarte cuando quieras. Tienes un cuerpo espectacular.”

Siguió penetrándome fuerte con aquella enorme polla. Yo no paraba de gemir y disfrutar.

“Zorra, voy a correrme. Aquí viene”, dijo, mientras salía de dentro de mí y se corría sin parar.

“Puta, ¿puedes lamerme la polla para limpiarme el semen? Me encanta como comes pollas.

Volví a ponerme de rodillas y le chupé la polla como un chupachups. Le limpié la polla y volví a meterme su pene hasta la garganta. Y seguí haciéndole una felación mientras él jugaba con mis tetas.

“Tengo que irme, señora. Ha sido la ostia”.

Hugo se visitó y antes de marcharse le di un billete de 50 euros y le dije que había disfrutado mucho.

“Joder, sí tenías dinero. Eres una verdadera zorra. Gracias por el buen rato”.

Hugo se marchó y yo me fui a la cocina a comerme un trozo de pizza. Estaba encantada de haber encontrado a Hugo. Así no tendría que estar siempre pidiendo flores y pizza. Le podía llamar cuando tuviese ganas de sexo. La vida es maravillosa cuando eres una milf con mucho tiempo libre.

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