Noche salvaje de trío entre mi marido, un travesti y yo

Mi nombre es Olga, y mi marido se llama Ricardo. Yo soy rubia, con ojos azules y tetas bonitas, uso talla 90 de sujetador con copa C, además, dicen que tengo unas piernas estupendas y un culo perfecto. Llevamos casados 10 años y mi marido finalmente se ha dado cuenta de que necesito más sexo del que él puede darme. Tengo tendencia a correrme en poco tiempo, me pasa desde que soy una adolescente. Ahora tengo 35 años y Ricardo 37.

 

Debido a esa necesidad de sexo, llegamos a la conclusión de que abriríamos nuestra relación para que yo pudiese tener otras parejas sexuales. Mi preferencia siempre ha sido disfrutar de pollas negras, ya que las había catado cuando era una adolescente y tuve buena experiencia. Mi marido dijo que para él no era un problema que yo consiguiera sentirme satisfecha. Al contrario.

 

Un día, volvíamos a casa tras cenar en uno de nuestros restaurantes favoritos. Nos quitamos los zapatos, nos servimos una copa de vino y nos sentamos en el sofá. Ricardo puso una peli porno, cosa que nos gusta ver de vez en cuando. Nos gusta tenerla de fondo, y así, vamos poniéndonos cachondos mientras hablamos y acabamos teniendo sexo.

 

Ricardo dijo que la película de esa noche era algo diferente.

 

“¿Y eso?”, pregunté.

 

“Ya verás”.

 

Durante unos minutos estuvimos mirando a una chica muy sexy desnudándose lentamente y a un chico con una polla enorme que se ponía detrás de ella como para follarla por el culo. Entonces ella se daba la vuelta para mirarle de frente y, además de unas tetas enormes y preciosas, tenía testículos y pene, lo que me dejó bastante sorprendida.

 

“Ricardo, ¿qué coño es esto?”

 

“Es un transexual. Es un hombre que se ha operado para cambiar de sexo. Se ha puesto tetas y así es una mujer, es atractiva pero sigue teniendo genitales masculinos. En inglés se llama shemale. Tenía curiosidad por saber si quizás te apetecía alguna vez probar a divertirte con alguien como ella.

 

Yo estaba totalmente sorprendida con la pregunta. Nunca había flirteado con una mujer, y menos con una con pene. Seguí mirando la película para ver qué pasaba. Me dejé llevar por la peli y me di cuenta de que podría ser divertido.

 

“Creo que sí podría probar. ¿Y cómo lo hacemos?”

 

“Voy a preguntarle al chico que trabaja en el bar queer de la esquina a ver si conoce a alguien”.

 

Y una semana después, Ricardo consiguió el número de teléfono de un travesti. “Voy a llamarle y preguntarle si le apetece quedar para tomar algo en algún bar”.

 

Ricardo llamó y acordaron que nos veríamos esa misma tarde a las 8 en un bar cercano a casa.

 

Al llegar, se presentó con el nombre de Fran y se sentó con nosotros. era muy guapo, con tetas grandes, una cara muy atractiva, pelo largo y moreno, unos labios carnosos y sexys, y una sonrisa preciosa.. Pedimos algo de beber y estuvimos hablando de su trabajo. Era peluquero en un salón de belleza del centro, vivía solo y tenía 24 años.

 

Cuando fue al baño, me fijé en que tenía unas piernas y un culo fabulosos. No podía creer que esta “mujer” tuviese una polla oculta bajo su ajustado vestido. Miré a Ricardo y dije: “¿y ahora qué?”.

 

“Él tiene bastante claro para qué hemos quedado, y yo voy a pedirle que suba a nuestro apartamento a tomar un par de copas de vino”, contestó mi marido.

 

“Vale, pero ¿cómo lo vamos a hacer?”.

 

“Ya veremos. A mi me parece que va a ser él quien se lance una vez estemos en casa”.

 

Poco después, Fran aceptó y los tres juntos cogimos un taxi hacia nuestro piso. Al llegar nos pusimos cómodos en el sofá y Ricardo sirvió unas copas de vino.

 

Yo fui un momento al dormitorio a cambiarme y ponerme algo más sexy. cuando volví a entrar en el salón, los ojos de Fran se iluminaron al verme. Ricardo fue entonces a la cocina a coger algo para picar, pero volvió poco después diciendo que no teníamos nada pero que iba en un momento a comprar algo y en seguida volvía. Yo sabía que esa era la excusa para dejarnos solos.

 

La verdad es que me sentía un poco rara, pero supe que era yo la que había querido que esto pasase, así que serví más vino en nuestras copas e intenté relajarme.

 

Podía ver en los ojos de Fran que se estaba excitando mientras me miraba de arriba a abajo. Se sentó más cerca de mi, puso su mano tras mi cabeza y acercó sus labios a los míos. Su lengua buscaba la mía y nos besamos apasionadamente. La verdad es que me gustó la sensación de un hombre/mujer besándome. Comencé a sentir un hormigueo en el coño y noté que empezaba a estar húmeda.

 

Mientras Fran me besaba, puso la mano sobre mi pierna y comenzó a pasar sus dedos por encima de mis bragas, después las aparto hacia un lado y separó mis labios vaginales. Lentamente me metió un dedo en el coño. Paró de besarme en la boca y fue dirigiéndose cuello abajo hacia mi escote para besarme las tetas.

 

Con la otra mano me bajó el top y me tocó una teta, bajó algo más su boca para succionar mis pezones, que ya estaban bastante duros. Mientras, tenía un dedo en mi vagina y jugaba con mi clítoris. Yo empecé a sentir que la excitación crecía y en seguida me sacudí y llegué al clímax.

 

Mientras yo me corría, él metió dos dedos en mi coño en forma de gancho, para estimular mi punto G, frotando suavemente. Yo abrí mis piernas y me corrí de nuevo, dejando que mis fluidos vaginales se deslizaran por su mano y su brazo.

 

Fran me abrió más las piernas, puso su cabeza entre ellas y comenzó a comerme el coño. Su lengua entró dentro de mi vagina y comenzó a follarme con ella, dando también lametazos alrededor de mi clítoris. También recorrió con su lengua mi ano, mientras yo pensaba que se notaba que sabía perfectamente lo que hacía y cómo lo hacía para dar placer a una mujer.

 

Entonces yo fui a tocarle las tetas y me sorprendió lo firmes que eran, y sus duros pezones me pedían a gritos que los chupase y succionase. Así que le quité el top y  durante unos segundos disfruté de lo bonitas que eran sus tetas.

 

Me incliné hacia delante y comencé a chuparle una teta mientras agarraba la otra con la mano, jugando con su pezón. Oí que eso provocaba pequeños gemidos de placer, y noté cómo sus dedos se dirigían hacia mi ano.

 

Me echó hacia atrás suavemente, tumbándome sobre mi espalda, mientras me comía las tetas y mantenía mis piernas abiertas, con un dedo entrando y saliendo de mi ano y el otro estimulando mi clítoris.

 

Comencé a sentir de nuevo espasmos y volví a explotar en un gran orgasmo. Fran no se había quitado la falda aún, pero en ese momento se la bajó, se quitó también las bragas, y al girarse pude observar su larga polla. Me costaba creer lo que veían mis ojos.

 

Le cogí de la polla y chupé la punta, la rodeé con mi mano y la recorrí de arriba a abajo un par de veces antes de ponerla en mi boca. me gusta comer pollas, así que le ofrecí una de mis mejores habilidades, con una mamada en toda regla. Mientras le comía la polla le acaricié los huevos. Poco después sentí que se estaba corriendo pero no lo saqué de mi boca, y me tragué su semen.

 

Ricardo volvió y nos sonrió a Fran y a mi, se sentó en uno de los sillones con intención de relajarse y mirar, como le gusta hacer con las pelis porno. Fran no parecía estar nada molesto, y de hecho, le preguntó a Ricardo si quería unirse a nosotros.

 

“Quizás después”.

 

Fran volvió a girarse hacia mi y me cogió de las caderas para ponerme a cuatro patas y follarme el culo por detrás. Yo estaba acostumbrada a que me dieran por culo, así que fue bastante fácil para él meter su polla en mi ano. Disfruté de la sensación de notar cómo su pene entraba en mi culo todo lo que le era posible. Sentí sus testículos en mis cachetes y notaba cómo me golpeaban en el culo con cada empujón. Me encantaba la sensación y estaba a punto de correrme de nuevo.

 

Fran se puso más encima de mi y yo podía notar cómo sus tetas se frotaban con mi espalda, mientras él me tocaba los pezones y me besaba el cuello. Fue un momento fantástico.

 

Entonces paró un momento de penetrarme, puso su mano sobre mi clítoris y siguió follándome analmente. La sensación era increíble y yo estaba a punto de correrme de nuevo. Con sus tetas contra mi espalda, su polla en mi culo, y sus dedos en mi clítoris, no pude evitar gritar de placer al correrme.

 

Tras un orgasmo que parecía no terminar, tuve que pedirle que parase un poco para dejarme recuperar el aliento. Fran siguió follándome por detrás y noté cómo su polla se sacudía y él se corría de nuevo mientras gemía de placer.

 

Salió de dentro de mí y los dos nos tumbamos tratando de recuperar el aliento. Yo quería que me follara el coño y me preguntaba cuándo lo haría. Quizás tenía que llevar yo la iniciativa. Me tumbé boca arriba, abrí las piernas y dije: “Ya tienes mi culo, ahora necesito que te folles mi vagina”.

 

Fran se cogió la polla y se masturbó hasta que se la puso dura de nuevo. Colocó mis piernas sobre sus hombros y empujó aquella enorme polla dentro de mi vagina. Tras soltar un gemido de puro placer, moví mis piernas para enroscarse alrededor de su cintura.

 

Comenzó a follarme y sus tetas botaban sobre las mías. Era una sensación que nunca había experimentado, me pareció muy salvaje. Me folló durante un rato hasta que se corrió.

 

Ambos nos tumbamos de nuevo, estábamos agotados. Ricardo nos trajo un refresco seguido de otra copa de vino. entonces sí picoteamos algo de comida, pusimos música y finalmente Ricardo sugirió que nos fuésemos todos al dormitorio.

 

Ricardo se desnudó y yo sabía que me iban a follar por los dos agujeros al mismo tiempo.

Se tumbó boca arriba en la cama, yo le agarré la polla, que ya estaba super dura, y me la metí en la boca. Le encantaba cuando le hacía mamadas, y a mi me gustaba tener su pene en el fondo de mi garganta.

 

Fran entonces me puso de rodillas, para dejar mi culo libre, me agarró de las caderas y comenzó a darme golpecitos con la polla en el culo, antes de penetrarme el ano de nuevo. No podía evitar que me encantase sentirla dentro.

 

Me follé la polla de Fran mientras le comía la polla a Ricardo, y deseaba que todos pudiéramos corrernos al mismo tiempo. Ricardo fue el primero en llegar al orgasmo porque era el primero de la noche, y vaya corrida. Me lo tragué todo. Fran estaba follándome fuerte, con sus tetas rebotando en mi espalda. Ricardo puso su mano en una de mis tetas y la otra en una de las tetas de Fran.

 

Sentí cómo una descarga eléctrica recorría mi coño. Fran también estaba a punto de explotar al mismo tiempo. Mi corrida bajaba de mi coño por mis piernas y la suya salía de mi ano en el mismo momento, al terminar de correrse y sacar la polla de dentro de mi.

 

Ricardo me abrió las piernas y metió su polla en mi vagina, me folló duro hasta que volvió a correrse y al terminar, me dio un apasionado beso y se tumbó a mi lado.

 

Los tres nos quedamos dormidos. Fran se despertó sobre las 3 d ela mañana, se vistió y me dijo: “Repitámoslo algún día”.

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