Le enseña las tetas en la oficina y acaban follando juntos
Gael y Alicia llevaban unos cuantos meses trabajando juntos. Solíamos pasar ratos divertidos juntos. Todo empezó con miradas seductoras, había seguido progresando hasta roces provocadores y, finalmente hace dos semanas Alicia le hizo una mamada en las escaleras. Eso había sido tan jodidamente tan divertido, que ahora que ella le había catado sabía que quería más.
Ël no podía aún creer lo que había ocurrido. Por supuesto que estaba disfrutando la aventura que había entre ellos, pero no realmente pensaba que iban a cruzar la línea de las miradas y los roces. Él nunca se habría imaginado que ella le chuparía la polla, y ¡vaya mamada más buena le hizo! Ahora, cada vez que Gael la veía, no podía evitar pensar en los labios de Alicia alrededor de su dura polla. Quería más sexo oral (o de cualquier tipo) con ella.
Ambos tenían sus cubículos uno junto al otro, y estaban en un rincón, así que era perfecto para intercambiar piropos o frases guarras sin que los demás pudiesen oírlos. Él incluso le dejaba notas bajo el bloc de notas de su mesa, con una esquina asomando por debajo, para que ella las viera. La última había sido: “Tienes unas tetas preciosas, me encantaría besarlas y morderte los pezones.” Ella la había leído y sus pezones se habían puesto duros anticipando el momento en su imaginación. Él no lo sabía, pero sus tetas estaban directamente relacionadas con su coño.
A Alicia le encantaba que jugasen con sus pezones y se los apretaran, automáticamente hacía que su coño se humedeciese. El lugar perfecto para poner el pene erecto de Gael. ALgunos días, ella se sentaba en su silla, haciendo como que trabajaba con el ordenador, aunque su mente no paraba de imaginarse saboreando de nuevo aquella polla. Era un buen pene, ancho y recto, con un glande muy redondo. Ella quería ponerlo mojadísimo con su saliva, chuparlo, sólo la punta y recorrerlo con su lengua, Ella sabía lo que podía hacerle a un hombre con su lengua, el inmenso placer que podía proporcionarle, y quería hacérselo de nuevo a Gael.
Él no podía quitársela de la cabeza. Estaba hablando con clientes al teléfono y si la veía pasar junto a su mesa perdía completamente la concentración, simplemente con ver sus tetas pasar por delante. Y ese pedazo de culo con las faldas ajustadas que llevaba, le volvía loco. Quería tocarla y meterle mano.
A él le encantaba también cuando Alicia llevaba falda porque no solía llevar ropa interior y en cambio sí que se ponía medias altas, enganchadas con un liguero. Tenía unas piernas preciosas que terminaban en ese tremendo culo. A él le gustaría tumbarla sobre una cama y lamerle el culo para después explorar sus muslos y perderse en ese coño húmedo, chupándole el clítoris y haciéndola gemir de gusto.
Pero hoy había compañeros de trabajo por todas partes. Él la veía, pero no iban a poder divertirse como hacían otras veces. Aquello creaba más tensión sexual, más calentón. Gael quería verle las tetas, estaba obsesionado con ellas, pero no le importaba, eran maravillosas. Hoy estaba muy cachondo.
Finalmente se iba acercando el fin de la jornada. Había sido un día de mucha faena, con los teléfonos sonando constantemente. Pasó junto a la mesa de ella y asomó la cabeza a su cubículo, “¿ya estás recogiendo? “No, aún tengo que terminar algo de trabajo y le dije a unos clientes que les llamaría después. Voy a terminar unas tareas y después les llamaré desde aquí.”
Aquello le dio algunas ideas. Asintió y siguió hasta su mesa. Le llevó algunos informes a su supervisor y le mencionó que se iba a quedar a terminar unos asuntos en los que había estado trabajando. Quería que sonase bien y era la verdad, tenía cosas en las que podía trabajar si era capaz de mantener la mente concentrada en el trabajo en lugar de en aquel cuerpo tan sexy.
Se habían ido casi todos, eran las 19h, así que no le sorprendía demasiado. Oyó como ella se levantaba y comenzaba a andar, podía oír los golpecitos de sus tacones. Y la oyó pararse juntos a su cubículo.
“Es tarde para ti, ¿en qué estás trabajando?”
“En unos informes para Linda, pensé en intentar terminarlos de una vez.”
“Bueno, supongo que no debo molestarte entonces, te dejo que sigas.”
Ella se giró, pero después de un par de pasos volvió a darse la vuelta hacia él. Gael seguía observándola, cosa que ella sabía. Entonces ella se puso las manos en el escote, se cogió del borde de la blusa y se lo bajó. Sabía que a él le encantaban sus tetas, así que le ofreció la vista completa.
Al principio, se le veía el lazo del sujetador. Los ojos de Gael se abrieron como platos, vaya vistas. Ella recorrió con su dedo el lazo, se cogió una teta y la levantó, sacándola del sostén. Se apretó el pezón, sabiendo que le humedecería el coño.
Él se recolocó en la silla y su mano se dirigió directamente a tocarse la polla para empezar a masturbarse. Ella se dio cuenta enseguida de lo dura que ya la tenía. LIberó su otro pecho y se acercó a Gael rápidamente, poniéndole las tetas en la cara. Él abrió su boca para poder chupar una de ellas. Meneó su lengua alrededor del pezón y le dio un suave mordisco. Ella soltó un pequeño gemido y se dudó desi él se habría dado cuenta de lo rápido que había conseguido que empezaran a fluir líquidos genitales por su coño.
Ella llevaba puesta una falda roja, tan ajustada que mostraba todas sus atractivas curvas. Él le puso las manos rápidamente entre las piernas y pudo sentir lo mojada que estaba. Dedicó un momento a sentir los lazos de sus medias y entonces llevó sus dedos a la entrada de la vagina, ella abrió las piernas y las separó aún más.
Le separó los labios y se sorprendió que lo húmeda que estaba. Le metió los dedos en el coño y ella gimió un poco más fuerte. ël empezó a hacerle un dedo, pero se oyeron voces al fondo del pasillo.
¡Joder! Rápidamente saco su dedo de ella, a la vez que ella se bajaba y estiraba la falda y volvía a guardarse las tetas.Él se chupó los dedos y sonrió mientras ella le miraba y le sonreía. Nunca tenía suficiente de esa sonrisa pícara y seductora. “Quiero más”. Ella se giró y movió su culo estilo perreo durante unos segundos antes de marcharse.
Media hora después no quedaba nadie en la oficina salvo Alicia y Gael. YA se habían despedido de los últimos compañeros. Alicia había hecho sus llamadas y ya podía marcharse si quería. Pero no quería irse. Ya había probado la polla de Gael y quería hacerlo de nuevo. Quería una noche completa para poder disfrutarle en la cama, chuparle la polla y sentirla dentro de su vagina. Sabía que no podría ser toda la noche, pero sí que podía fantasear con ello. Decidió que se iría a casa a sacar su vibrador y continuar con la fantasía.
FUe a la mesa de Gael para desearle buenas noches, y él debía haberle oído, porque cuando entró en el cubículo, allí estaba él, con los pantalones desabrochados y esa pedazo de polla apuntando hacia arriba, con su mano meneándola.
Ella le miró a la polla y después a los ojos. Estaba sonriendo. Era como si estuviera sonriendo de los ojos hasta la polla. Entonces ella no pudo evitarlo, fue directamente hacia él, se arrodilló y se la metió completamente en la boca. ¡Vaya momento de éxtasis para él! Esa boca caliente estaba envolviendo su polla dura como una piedra. Y se la estaba metiendo hasta la garganta, ¡dios, cómo le gustaba que le hicieran eso!
Ella subía y bajaba, poniéndole la polla aún más dura, más grande con su boca. Ella aceleró y usó su mano para hacerle una paja. A él le estaba encantando aquello, pero lo que realmente quería era probarla y sentirla por dentro.
Le cogió la cara entre sus manos y suavemente la alzó hasta darle un beso. Le dijo que se levantara y fue él quien se puso de rodillas y le levantó la falda. Ella se abrió de piernas y se acomodó hacia atrás en la silla. Su coño sabía tan rico como se lo había imaginado. Retorció su lengua por el clítoris y la entrada de su vagina. Ella estaba intentando con todas su fuerzas no gemir ni hacer ruido, aunque estaba completamente convencida de que no quedaba nadie en la oficina.
Él le estaba comiendo el coño, chupándole el clítoris mientras tenía sus dedos dentro, follándola. Estaba muy cachonda. ël comenzó a acelerar el ritmo y ella le cogió la cabeza y la apretó más contra su coño. La excitación de toda esta escena la tenía al borde del clímax. Él estimulándola por dentro y por fuera la tenía ya notando la intensidad previa a los espasmos de un orgasmo. Él sonreía para sí mismo mientras ella le sujetaba la cabeza entre sus piernas.
Entonces él se liberó y rápidamente la giró y la inclinó hacia delante para apoyarla sobre el escritorio. Le levantó la falda, le tocó el culo y le metió la polla en ese maravillosamente mojado coño, que estaba casi chorreando. Dios, qué sensación, cuánto placer, pensó.
La folló con fuerza, empujándola con la polla mientras tenía la mano en su hombro. Con la otra mano le agarró del pelo y echó su cabeza hacia atrás. A ella le encantaba cada movimiento. Separó las piernas y se puso de puntillas para poner el culo más arriba pra él. La curva de su espalda, el tacto de su pelo y su respiración acelerada le traían más cerca de llegar a correrse. Le dio un cachete en el culo y oyó unos gemidos suaves, tratando de controlarse y no gemir tan alto como otras veces. No se le olvidaba que estaban en la oficina.
Sentir su pene dentro del coño caliente y húmedo de ella le daba tanto placer… Con cada metida de polla, podía sentir sus labios separándose más. Ella no se lo había esperado así. Hasta ahora habían jugado un poco a tocarse y mostrarse algunas partes íntimas el uno al otro, y habían llegado tan lejos como para hacerle una felación en la escalera, pero sexo completo en la oficina era algo que ella no pensaba que ocurriría.
El riesgo de aquello, la naturaleza de estar prohibido hacía que los dos sintiesen incluso más placer, no había ninguna duda. Ambos se habían puesto cachondos el uno al otro, pero sentir sus cuerpos unirse de esta forma era más de lo que se había imaginado.
Él la estaba follando duro y a ella le gustaba cada movimiento de esa polla, cada empuje. Ella sabía que él estaba a punto de correrse, así que rápidamente se giró y se arrodilló de nuevo, comiéndole la polla los últimos instantes antes de que vaciase en ella. La mezcla de fluidos de la corrida y su saliva le encantaban. Le volvía loca comerse el semen de un hombre.
Ella levantó la mirada y le sonrió. Los dos estaban extremadamente satisfechos. ël la ayudó a levantarse y le besó apasionadamente. Ella se bajó la falda, se estiró la blusa y se giró para irse.
“Nos vemos por la mañana”, dijo mientras se iba. “Voy a volver a reproducir esta escena en mi cabeza cuando me vaya a la cama.” Y con eso se fue, dejándole en la silla de la oficina, con el olor a sexo aún en el ambiente.