Perdí la virginidad follándome a una compañera de clase borracha y muy sexy y flexible

Estaba a punto de entrar en la universidad y aún era virgen. Las dos cosas que tenía claras cuando estaba a punto de empezar el curso eran estas:

  • Tenía pocas posibilidades de ligar y enrollarme con chicas universitarias, al ser un  novato de primero sin experiencia
  • Estaba super salido, todo el día con ganas de sexo.

Como adolescente nunca había tenido sexo, así que mi gran reto de ese primer año era perder la virginidad con alguna chica universitaria que estuviese buena, fuera borracha o no.

Yo no vivía en el campus en una residencia de estudiantes, así que mi campo de entrenamiento y pruebas eran las clases. No se me daba bien entrarle a las chicas, por lo que mi estrategia era hacerme amigo de mis compañeras de clase. Había una de las asignaturas en la que no conocía a absolutamente nadie, por lo que el factor vergüenza no contaba. Y casualmente en esa clase había muchísimas chicas, así que era el lugar perfecto donde tenía que intentarlo.

Teníamos clases de esa asignatura dos días a la semana. Los lunes había clase de teoría, y los viernes una pequeña práctica y un test. Eso me daba exactamente 32 oportunidades de hacer amigos durante el curso. Me centraría en conseguir una única amiga con quien tener sexo, lo que se conoce como amigos con privilegios, o con derecho a roce.

Irene se sentó dos filas delante de mi y una hacia la derecha. Pelo largo y rizado, 1’50 cm aproximadamente en un cuerpo esbelto, culo apretado y tetas más o menos grandes, aunque algo decepcionantes. Y digo eso de sus bonitas tetas porque nunca se agachaba a coger nada, yo me imaginaba que eran las tetas más sexys del mundo, pero no había podido comprobarlo. Lo que sí tenía claro es que esta chica de 18 años, virgen en mi imaginación, estaba buenísima. Lo más gracioso es que de vez en cuando se giraba hacia mí y me pillaba siempre mirándola.

A veces llevaba unos pantalones muy bajos de cadera y al sentarse se le veía el tanga y parte del culo. Puedes imaginarte lo cachondo que me ponía esta chica, no podía prestar atención a lo que decía el profesor.

Dos semanas después, al entrar en clase preguntó si el sitio junto al mío estaba libre. Le aparté la silla para que pudiera sentarse Se sentó mientras me sonreía y se presentó. Nos intercambiamos números de teléfono y quedamos en vernos el jueves para repasar juntos el exámen del viernes. Quedamos para estudiar, y también tonteamos un poco. Ella me contó que era gimnasta y que cuando era pequeña también hacía ballet. Era evidente que todos esos ejercicios y flexibilidad le habían dado un cuerpo tan atlético y compacto. Dios, según me lo iba contando, yo me la estaba imaginando, con su flexibilidad, follando en posturas raras.

Durante esa noche mi mente no podía parar de imaginar a mi compañera de clase desnuda, doblándose de mil formas y practicando un maratón de kamasutra.

Tras el test del viernes quedamos en vernos por la noche y salir juntos. Fui a buscarla a su casa y dejé el coche allí aparcado. Desde allí podíamos ir andando a un bar donde hacían muchas fiestas universitarias, donde yo había oído que había muchas chicas guarras borrachas, a veces incluso adolescentes, se daban bebidas gratis a chicas en topless o incluso se hacían mamadas en grupo al final de la noche, cuando todos estaban borrachos.

Cuando entramos, me pareció que el ambiente era mucho más tranquilo que las leyendas que yo había escuchado, pero aún quedaba mucha noche por delante

Deimos algo de comida y empezaron las rondas de alcohol. Ella no era muy alta, pero parecía que aguantaba bien beber tanto. Le encantaba el tequila, y a mi se me estaba poniendo la polla dura de tener cada vez más claro que esa noche iba a follar con esta chica tan guapa y con tetas perfectas, que me ponía tan cachondo. Por supuesto, el tequila haría que cualquier chica borracha se arrepintiese al día siguiente, pero nos íbamos enrollando y metiendo mano cada vez más, chupito tras chupito. Mi hígado está aún intentando reponerse de aquella noche.

Intentamos caminar en línea recta hasta su casa. El alcohol hizo que ella quisiera enseñarme algunos de sus movimientos de ballet, y sorprendentemente, a pesar de ir tan borracha, tenía un control total sobre su cuerpo. Empezó a inclinarse hacia delante y pude ver cómo la minifalda que llevaba se le subía y se le veían los cachetes, redondos, perfectos, y el tanga iba tan ajustado a su coño, que se veían perfectamente las curvas de su vulva, la entrada a su vagina, que tantas noches me había imaginado. Siempre después de coincidir en las clases con ella, me masturbaba pensando en sus tetas, en su tanga y en su coño húmedo y mi pene penetrándola.

Era una universitaria muy borracha, pero incluso en ese momento podía dar vueltas en círculo con su cuerpo mientras estaba completamente inclinada, Quizás, al ir yo borracho también, hizo que los giros pareciesen más impresionantes, pero yo estaba flipando y cada vez más excitado con la idea de perder la virginidad con una universitaria cachonda.

En el último giro saltó para caer en mis brazos. Menos mal que era pequeña y pude cogerla fácilmente. Comenzamos a besarnos en la boca mientras yo le cogía del culo. Entramos en su casa y la lancé sobre la cama. Fuimos quitándonos la ropa con mucha pasión. Me bajé hasta su coño y se lo comí, metiéndole la lengua en cada rincón que encontraba. Uf, tenía un coño depilado y rosa, el sueño de cualquier hombre.. Estuve ahí lamiéndola y chupándola durante un buen rato, mientras le cogía las tetas o le estimulaba los pezones con mis dedos. Seguí comiéndole el coño hasta que noté que se corría, gemía y gritaba mi nombre.

Cogí mi condón y por fin me la follé. Su vaginaestaba bastante cerrada, pero muy lubricada, así que sentí en mi pene cada centímetro de su coño mientras iba mentiéndole la polla, tan dura como una porra. Fui muy despacio para no vaciar mis testículos demasiado pronto. Follarme a una chica universitaria por primera vez no era algo que se deba hacer corriendo.

“Vamos, fóllame duro”.

Le hice esperar un poco más.

“Marc, deja de folarme suave y dale duro”.

Finalmente sentí que el camino estaba suficientemente dilatado y aceleré el ritmo. Ella no gritaba locamente, pero se notaba que estaba gozando follar conmigo. Se notaba que era una chica algo inocente, pero era tan sexy que me excitaba muchísimo y tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no correrme demasiado rápido.

La agarré y la levanté de la cama. Seguía subiendo y bajando su coño húmedo con toda la fuerza que podía. Ella en cuclillas, las piernas separadas y mi polla entrando y saliendo de su coño. Pesaba muy poco, por lo que podía subirla y bajarla fácilmente. Estaba disfrutando muchísimo de esa primera noche de sexo con una gimnasta y bailarina de ballet, pero también quería follármela por detrás, ponerla a cuatro patas y follar como perros. Entonces pude agarrarla de la cadera y follarla por detrás, le cogí el pelo con una mano y con la otra la sujetaba mientras iba y venía. Después de unos minutos follándosela así, me dijo:

“Azótame en el culo. Hasta que se ponga rojo”.

Entonces levanté la mano, le aticé en el cachete y era como golpear una piedra. Joder. Los azotes sonaban fuerte.

“Dios,así, sigue. Hazlo otra vez”.

Le pegué de nuevo. Y otra vez, y otra vez. Seguía azotándole el culo tan fuerte que tuve que cambiar de mano para no parar y ponerle todo el culo rojo. Sólo paré cuando se corrió de nuevo.

Entonces se puso encima de mi y empezó a cabalgarme. Seguía teniendo la vagina bastante apretada como para moverse despacio dentro de mi.

“Tienes la polla tan gorda que no puedo ir más deprisa”.

Así que me incorporé y me la seguí follando en una posición más sentado. Ella llegó al orgasmo de nuevo, lo que me puso a mi al borde de correrme. Sentí como mi polla descargaba todo el semen que llevaba dentro. Los espasmos en el pene me duraron bastante.

“Parece que te has corrido mucho”.

“Uf, ni te imaginas Irene”.

“Voy a chupártela un poco. Quiero ver cuánto te corres”. Dijo ella

Después de unos minutos, ella se giró y empezó a hacerme una paja, besándome y chupándome el cuello, mientras yo estaba tumbado en la cama. Fue bajando hasta mi pecho y mis pezones, y seguidamente llegó hasta mi polla. Me comió la polla con la misma facilidad con la que se bebía los chupitos de tequila en el bar. MI glande estaba en el paraíso. ¡Dios, qué bien la chupa! Lamiendo cada parte de mi miembro, con sus labios, su lengua, era un placer extremo ver su saliva bajando por mi pene.

Finalmente, yo estaba punto de explotar. Se metió la polla hasta el fondo mientras yo me corría, así, dentro de su boca. Y después de 2 o 3 eyaculaciones ya no le cabía más, Mi corrida se le salía de la boca y goteaba fuera de su boca. Mi pene seguía disparando al aire, cayendo en la alfombra.

“Ay, joder. ¡Joder, vaya corrida! Nunca en mi vida he visto a nadie correrse tanto”.

“Supongo que tengo un don…”

Y después de aquella noche estuvimos viéndonos para follar durante todo el trimestre. Tras unos meses jodiendo juntos, hablamos de si éramos pareja o sólo follamigos. Y estuvimos de acuerdo en no ver a otras personas. Pero no duró mucho, en el siguiente trimestre había una rubia imponente en una de mis clases y se convirtió en mi nuevo objetivo.

Un consejo para cualquier chico: si alguna vez tienes la oportunidad de follarte a una gimnasta o a una chica que haya hecho ballet (o ambas cosas), hazlo. Te prometo que no te arrepentirás.

 

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