Fui a un bar swinger para follar y acabé en una orgía con 3 chicas y un hombre
Siempre había querido tener sexo con una pareja. Yo soy bisexual, así que cuando pensaba en hacer un trío había dos situaciones que solía imaginarme. Una era estar con un hombre y una mujer, y la otra opción era estar con dos hombres a la vez.
Estando con una pareja heterosexual me imaginaba yo a cuatro patas, comiéndome el coño de la chica mientras me follaban. En la versión con dos chicos, yo estaría en la misma postura, pero comiéndome una polla. Cualquiera de las alternativas me ponía muy cachondo, porque las dos incluían que me follasen, mi pasatiempo favorito. Durante muchos años esto fueron sólo fantasías, nunca pensé que fuese a ocurrir. Hasta que fui a una fiesta en un bar de intercambio de parejas.
Unos meses después de haberlo dejado con mi última pareja, empecé a pensar en un bar swinger en el que había estado hacía 7 u 8 años. El bar estaba lejos de donde yo vivía, pero me apetecía una fiesta con gente abierta y con la opción de ligar y tener sexo esa noche.
Yo no iba con la intención de ligar con un hombre, pero enseguida noté que los clientes de ese bar eran algo homófobos, de hecho anti gays. Así que abandoné la posibilidad de ligar con un hombre gay y me centré en buscar a una chica sola que estuviese suficientemente borracha para desnudarse conmigo. Me daba igual cómo fuera, buscaba a cualquier chica que estuviera disponible para follar.
Miré alrededor y casi todo eran parejas. Sobre todo blancas, aunque había algunas negras, latinas o asiáticas. De repente vi a un grupo de tías buenas, sin chicos, todas con enormes tetas, pelo largo y vestidos muy ajustados. Si yo tuviera una chica así no la compartiría ni la llevaría a fiestas swinger.
Ya en la primera hora de fiesta vi de todo: una mujer mayor chupándosela a un chico en un taburete junto a la barra del bar, mujeres en topless y tanga caminando entre la gente con bandejas con chupitos gratis, un tío calvo comiéndose un coño en un sofá, y una mujer gorda desnuda a cuatro patas, a quien se estaban follando en el pasillo junto a los baños. A su alrededor tenía a siete hombres desnudos mirando la escena, tocándose las pollas erectas mientras esperaban su turno. Yo pasé de largo. Odio esperar en las colas, y sólo estoy interesado en follar en grupo si soy uno de los que se están follando. Lo sé, soy un putón.
La cosa se fue calentando según avanzaba la noche. Yo estaba sentado en el bar con el único otro hombre soltero que había encontrado. Su nombre era Juan, y me dijo que solía ir a ese bar tan a menudo como podía. De repente, se me acercó una mujer rellenita, con un vestido largo con un escote con forma de pico que dejaba entrever su gran busto.
“Hey”, me dijo sonriente. “¿Sabes? Creo que ya nos hemos visto antes.”
“Mi primera vez”, le dije.
“Soy Selina”. Tenía ojos verdes, pelo negro rizado y se notaba que había estado muy buena hace unos años y con unos kilos menos. Me guió un ojo y se giró hacia Juan. “¿Ya estás contando tus historias?”. Ambos se rieron y se giró de nuevo hacia mi. “¿Estás solo? ¿Por qué no vas a hablar Silvia? Está sentada sola en el sofá desesperada por follar”.
Levanté la mirada y vi a una mujer rubia, con el pelo largo y ojos azules. Un bikini negro cubría sólo lospezones de sus tetas operadas. Y al estar de perfil, se veía cómo sus mini shorts mostraban gran parte de su culo perfecto.
“Ve con ella”, dijo de nuevo Selina
En ese momento, otra chica en topless pasaba con una bandeja con chupitos. Se agachó para ofrecer uno a Juan y él aprovechó para besarle el pezón. Yo me propuse intentar recordar su cara para besarla en la siguiente ronda de reparto de chupitos. Con suerte, acertaría de chica.
Aproveché para coger dos chupitos y llevar uno a Silvia. Cuando llegué noté que parecía estar aburrida, pero al verme llegar sonrió, se bebió su chupito de un trago y cogió mi mano y me llevó a la pista de baile.
Ella empezó a moverse como una bailarina de barra, tan ágil, flexible y sexy. Al sonar una canción más lenta, se acercó más a mi y mi polla respondió automáticamente poniéndose dura. entonces Silvia se arrimó más a mi pene. Bailar con ella me estaba poniendo muy cachondo, me entraban ganas de ponerme de rodillas y enterrar mi cara en su coño y no parar de meterle la lengua hasta el fondo. Me lo estaba imaginando cuando llegó Selina.
“¿Quieres unirte a nosotros en la sala de juegos?” preguntó. Iba envuelta en una toalla de ducha. Entonces vi que muchas mujeres se habían quitado la ropa y sólo llevaban puestas toallas blancas. Silvia y Selina me cogieron de la mano y me guiaron hasta otra parte del bar.
La sala de juegos tenía una iluminación tenue y hacía calor. Dos camas dobles ocupaban casi todo el espacio, y había un pequeño pasillo entre ellas. También había una estantería con geles y lubricantes y un bol enorme con condones de colores. Un hombre desnudo, que sólo llevaba unas gafas rojas estaba sentado en un lado de la cama. En la otra cama, había una pareja que follaba salvajemente. Me fijé en que el hombre de las gafas tenía la polla muy larga y que la mujer que follaba tenía un culo redondo y tan sexy como el de Jennifer López.
“Este es Felipe, mi marido”, dijo Selina. El hombre de las gafas me miró y sonrió. “¿No te importa que nos acompañe, verdad?”.
No me hubiera importado que todo un equipo de futbolistas se hubiera unido mientras yo pudiera follarme a estas dos mujeres tan tetonas y tan dispuestas.
Silvia y yo nos desnudábamos mientras Selina se quitaba la toalla y se unía a su marido en la cama. No tenía muy claro si esto se podía considerar una orgía, pero me estaba poniendo a mil la idea de tener sexo en grupo.
Me tumbé con Silvia en la cama, le quité el top y empecé a besarle las tetas, le besé el pezón derecho, le besé la boca, y después fui a por la teta izquierda y acaricié su pezón con la lengua. Ella respondía con gemidos suave y noté cómo me cogía el pene y empezaba a hacerme una paja. Yo tenía tantas ganas de follarmela que hice el gesto de quitarle la poca ropa que llevaba, a lo que ella levantó las caderas para facilitar que le bajara los shorts y el tanga. Después ella se abrió de piernas y por fin, pude penetrarla. Mi glande fue despacio rozando su vulva, estimulando su clítoris y, finalmente, metiéndose en su vagina. Dios, estaba tan húmeda y calentita. Su coño tenía ganas de sexo, estaba claro. Seguí metiéndola mi polla una y otra vez mientras le tocaba las tetas, mientras ella me agarraba la espalda con sus manos y sus largas uñas. Entonces Selina se acercó a nosotros, se puso a cuatro patas y empezó a chuparle las tetas a Silvia. Era la primera vez que yo hacía un trío con dos chicas. Entonces Juan se la empezó a follar en la postura del perrito. Guau, ya no era un trío, si no un cuarteto.
En ese momento, viendo cómo ellas se metían mano, se me ocurrió que ver a dos chicas teniendo sexo, como lesbianas, mintras a mi me daban por culo, podía ser el espectáculo perfecto. Así que me animé y le hice un gesto a Felipe para ver mi me quería follar el culo a mi, sonrió, sacó su pene del coño de su mujer y empezó a follarme analmente. ¡Oh, qué ganas tenía de ser follado por un hombre hetero!
Las dos chicas empezaron a comerse los coños y las vistas no podían ser mejores, un 69 entre chicas mientras me follaban. ¡La mejor noche de sexo de mi vida!
Al rato, Selina empezó a correrse de placer y al terminar su orgasmo decidió a comerme la polla. Silvia entonces, al ver que Selina me estaba haciendo una mamada, empezó a chupar la larga polla de Felipe. Esto era definitivamente mejor que las noches que pasaba en casa viendo porno amateur y masturbándome con pelis porno de orgías en fiestas universitarias. La estampa era increíble: dos chicas teniendo sexo entre ellas, intercambio de parejas, sexo anal, felaciones, uff, no sé si podría aguantar mucho más tiempo sin correrme.
Estaba a punto de llegar al orgasmo con la polla en la boca de Selina, cuando vi cómo Felipe se corría en la cara de Silvia, el semen le chorreaba goteándole en las tetas. Y ella empezó a cogerlas con el dedo y a meterlo en su boca, succionando como si siguiese haciéndole una mamada.
Felipe y Selina ya se habían corrido, así que Silvia rápidamente le pidió a Selina que le cediera mi polla, se tumbó y me pidió que la follase mientras le llamaba puta, Mi polla se metió en su vagina, la follé con tanta fuerza como me quedaba, ella gritaba y rugía como una tigresa. Y en unos pocos minutos los dos estábamos sacudiéndonos con grandes espasmos de placer. Era sin duda, el orgasmo más grande que había tenido en mi vida.
Y allí estábamos los cuatro, en la cama en medio de una noche loca de pasión, algunos intentando recuperar el aliento, y otros comenzando ya a meterse mano de nuevo para empezar otra ronda. Parecía que el sexo grupal no había terminado, pero yo necesitaba un trago, así que busqué con la mirada a la chica en topless de los chupitos, y no sé si era la misma de antes, pero yo le toqué las tetas antes de coger el vaso y ella me sonrió y me dijo que en 10 minutos terminaba su turno y que se iba a unir a nuestra pequeña orgía.
Cuando llegó, Felipe estaba follándome por detrás y yo comiéndole el coño a una de las chicas mientras la otra me hacía una mamada. Y en seguida encontró su hueco masturbándose para calentar motores, sin perder la oportunidad de unirse a nosotros en cuanto cambiamos de postura en la cama.
Y así es como finalmente me hice cliente asiduo de ese bar swinger, iba una vez al mes, y siempre eran noches de sexo sin compromiso, pero que hacían volverse realidad cualquier fantasía sexual que me imaginase.