Ella siempre dice sí. Historia de sexo oral, vaginal y anal de Jorge y Eva
Era una fría tarde de invierno. Eva estaba estudiando en su habitación y de repente oyó un ruido en casa. Había llegado su novio Jorge, que venía de trabajar en el gimnasio. Con curiosidad, pero sin levantar la cabeza, Eva oyó como él subía las escaleras, y en unos segundos ya estaba en el umbral de la puerta, apoyado de esa forma tan sexy que a ella le ponía a mil.
“Hola, ¿estás libre?”, le preguntó con una sonrisa picarona.
Eva levantó entonces la cabeza y vio a Jorge ahí apoyado, mirándola con ojos de deseo. Su ceñida camiseta roja estaba sudada, su piel se veía brillante y tenía la boca abierta, dejando escapar unos pequeños jadeos por haber subido las escaleras corriendo.
Eva dudó que responder, al día siguiente tenía un exámen, pero le era muy difícil resistirse a los encantos de su novio.
“Estoy estudiando”, le respondió ella, aunque con la boca pequeña.
“He terminado antes en el gimnasio porque Mario canceló en el último segundo su entrenamiento, así que he venido a ver si podíamos pasar un rato juntos. Dijo mientras dejaba su mochila en el suelo.
Seguía pensando en el exámen, pero deseaba demasiado acostarse con Jorge, Así que, se levantó y se apartó el mechón de pelo que siempre le tapaba parte del rostro, haciéndose una coleta con su larga melena rubia. Sabía que eso era infalible, y que a Jorge le ponía muchísimo ese pequeño gesto.
“Vale”, dijo Eva, mientras su atractivo novio se aproximaba hacia ella para darle un beso en los labios.
Lentamente, Jorge la cogió en brazos sosteniéndola de su hermoso culo mientras se besaban apasionadamente, enroscando sus lenguas. Las manos de ella se agarraron de los fuertes y poderosos brazos de él.
La llevó a la cama, la tumbó boca arriba y se puso sobre ella.
“Oye, para”, sonrió ella mientras le apartaba suavemente. “No podemos ponernos ahora”.
Jorge dudó un segundo antes de besarla de nuevo. Y Eva se rindió ante la gran atracción sexual que sentía hacia él. Se dejó recorrer su menudo cuerpo con los cálidos besos de Jorge. Su novio era el chico más atractivo y cariñoso del mundo.
“Eres tan sexy, tienes un cuerpo tan espectacular, que me pasaría el día disfrutándolo de arriba a abajo.”, le susurro su masculina voz al oído.
“¿Qué se te ocurre?, ¿tienes algo en mente?”, preguntó ella, excitándose cada vez más.
“Se me ocurren un par de ideas”, dijo él mientras le puso la mano en el pecho, y su mirada se convirtió en lasciva.
Esa mirada le recordó a Eva cuando la semana anterior había querido sexo anal. Jorge sin dudarlo ni un segundo, la cogió de la cintura, le dio la vuelta y una vez boca abajo le puso una almohada bajo la cadera y se puso sobre ella. Era tan corpulento y fuerte que ella no podía moverse. Y al empezar a moverse, rozando su pene contra el trasero de ella. Cada vez se le iba poniendo más y más duro.
Cuando Eva le preguntó si no quería ya quitarle los pantalones y las bragas, Jorge se puso de rodillas, asintió y comenzó a deslizar su ropa hacia abajo. También se bajó sus pantalones y comenzó a tocarse la polla, tan dura que no quería esperar ni un minuto a introducirla en el culo que más deseaba, el más redondo y prieto que había visto jamás, pero Ella le pidió comerle el coño primero, para “ir calentando motores”. Jorge se relamió imaginándose ese momento de sentir el sabor y el por de su novia, de recorrer su selva y su cueva, de saborear ese líquido caliente y viscoso recorriendo sus labios. Era lo que más le ponía, sentir como ella se corría en su lengua, para después dejarle hacer a él cualquier fantasía lujuriosa que se le ocurriera. Eva era la mujer más sexy del mundo, y Jorge aún no se creía tener la suerte de tenerla sólo para él.
Cuando ella empezó a aumentar la velocidad e intensidad de su respiración, Jorge supo que estaba a punto de llegar al orgasmo, y entonces le tocó ambas tetas, que era lo que intensificaba por mil su placer, hacía que los gemidos de su compañera se escucharan en todo el edificio.
“Mmmmmmm, ahhhhh”, soltando finalmente un gemido más suave, terminó ese clímax tan bestial, que daba paso a la lubricación que Jorge necesitaba para sus planes de hoy. Siempre que practicaban sexo anal, Jorge se la metía en la vagina unas cuantas veces, para ir humedeciendo su pene y prepararlo para “entrar en el túnel”, como él lo llamaba.
“Ahora te voy a dar todo el amor que llevo dentro, mi pequeña putita”, dijo con esa mirada lasciva que a ella tanto le ponía.
“Sabes que lo que yo quiero es sentirme muy dentro, que tu polla me llegue hasta el fondo”, le contestó ella.
Jorge primero le agarró el culo con ambas manos, metió la polla entre los cachetes de ella y cerró los ojos visualizando lo que estaba a punto de ocurrir, para mantener vivo ese recuerdo los días que no podían verse y poder masturbarse reviviendolo. Separó el culo, le miró el ano y empezó a acercar su glande, toda húmeda. Al principio, dos o tres veces sólo reconociendo el terreno, y poco a poco, con cada empujón la metía un poco más dentro. La cama se movía un poco más, los gemidos de Eva iban subiendo en intensidad.
Jorge ya había cogido velocidad y cada vez que entraba lo hacía con más potencia, dentro, fuera, dentro, fuera y más dentro. Con sus dos manos cogió con fuerza el culo de Eva, dejando marcadas sus manos, le sujetó las caderas para asegurarse de que su diana no se escapaba lejos. Cada vez se sentían más fuertes las olas que estaban sucediendo en esa cama, cada vez se oía más el impacto del cabecero, que daba golpes en la pared. Ya todo el edificio sabía lo que estaba ocurriendo en ese dormitorio.
Él, casi a punto de llegar al orgasmo, necesitaba empezar a verbalizar toda esa intensidad, todo ese subidón de testosterona y pasión, y cada vez, de su boca jadeante se le escapaban más “joder”, “te quiero zorra”, “me pones a mil”, “te voy a follar hasta reventar”… A lo que Eva contestaba con gemidos más intensos. “Dale duro papi”, “Quiero sentirte más y más dentro”.
La temperatura no paraba de subir en la habitación, los cristales ya estaban empañados, la cama parecía el escenario de la película porno más caliente y pasional de la historia. Jorge parecía un toro embistiendo sin parar. Las gotas de sudor empezaban a caerle por la frente, por la espalda, estaba dándolo todo, empleando toda su fuerza y sus energías en penetrar ese culazo tan follable de su novia Eva.
Comenzó a azotarla y ella intentaba descargar toda esa pasión mordiendo la almohada. Esa era la señal inequívoca de que ella estaba a punto de tener otro orgasmo. Jorge también estaba a punto de llegar al clímax cuando Eva gritó “ahhhhhhhhh, ya viene, ya viene, ya llega, yaaaaaaaa” con todas su fuerzas, y en ese preciso momento, Jorge se dejó llevar y juntos, sintieron que una descarga de energía recorría su cuerpo. ël le agarró fuertemente el culo mientras sentía cómo su polla eyaculaba dentro del mejor túnel de todos, húmedo, prieto y tan caliente.
Dejó que ese río de placer le recorriese, mientras que Eva iba cada vez bajando la intensidad de sus gemidos, abandonándose a sentir el placer de esa energía fluyendo por todo su ser. Fuegos artificiales que le daban una energía tan adictiva, que no podía decir que no a su novio cada vez que le porponía tener sexo, fuese de la forma que fuese.
Cuando Jorge terminó pudo recuperar el aliento, agarró a Eva por la cintura, la giró para tumbarse a su lado, sin salir de ella y le suspiró al oído cuánto le ponía y cómo nunca había tenido orgasmos tan largos con otras chicas. Entonces le agarró una teta y comenzó a acariciarla hasta que ambos se quedaron dormidos, después de tanta excitación y un polvo tan intenso, que ellos y los vecinos recordarían durante semanas.